Sobre el manejo del dinero en proyectos agroecológicos

Después de leer el capítulo sobre la experiencia de ASPROINCA, nos quedamos conversando una hora larga. Había gente conectada desde Colombia, Chile, Brasil, Argentina y Bolivia, y lo que más nos llamó la atención fue cómo esa historia resonó con experiencias que varios conocían de primera mano.

Un hombre con un sombrero voltiado sostiene un trozo rectangular de panela. El texto superpuesto dice: «Fondo Rotatorio Campesino e Indígena, ASPROINCA».

La banca tradicional no es suficiente

La experiencia de ASPROINCA nos sorprendió por su efectividad. Una organización indígena y campesina que decidió crear su propio sistema de préstamos porque los bancos tradicionales simplemente no les servían. Como dijo Agustín durante la conversación: “La banca tradicional colombiana ha olvidado a gran cantidad de pequeños productores agropecuarios”. Lo que nos gustó es que no se quedaron esperando que las cosas cambiaran desde afuera.

Que la agroecología permita avanzar a las comunidades, prescindiendo del sistema financiero, es avanzar por sendas utópicas pero alcanzables.
– Claudia Zambrano

En el Círculo tenemos experiencias similares

Lo interesante fue que varios participantes empezaron a contar experiencias similares. Mónica, desde Inzá en el Cauca, nos habló de grupos de ahorro y crédito local que funcionan con la misma lógica: “priorizan valores como la autonomía, la solidaridad, la honestidad”. También mencionó el FONMUJER, un crédito especial para mujeres que quieren invertir en sus fincas.

Carlos Manuel compartió algo que nos hizo sonreír: un proyecto con niños donde les prestan dos litros de leche, hacen yogurt en la escuela, lo venden, compran pollos, los engordan y reinvierten. Era como una versión mini de lo que hace ASPROINCA, pero con la misma lógica de fondo rotatorio.

Preguntas que incomodan y abren caminos

Algunas personas plantearon preguntas incómodas que vale la pena considerar. Ana Victoria fue directa: “¿Qué tensiones surgen entre experiencias autónomas como ASPROINCA y las políticas públicas estatales? ¿Cómo trasladar estos resultados al ámbito institucional?”.

Johann se preguntaba por “el capital social necesario” para que estas experiencias funcionen. Es una duda válida: ¿cualquier comunidad puede hacer esto o se necesitan condiciones especiales?

Darwin fue más crítico con el enfoque crediticio en general: “la economía crediticia nunca ha buscado beneficiar a la población”. Su propuesta era diferente: en lugar de prestar plata, asegurar mercados fijos para los productos.

Luz planteó algo muy práctico: “Sería interesante contrastar si está funcionando en 2025”, cuestionando si la experiencia documentada siguió siendo exitosa con el tiempo.

El tema de la autonomía vs. dependencia

Uno de los debates más interesantes fue sobre la independencia. Jéssica valoró que ASPROINCA hubiera recibido ayuda de instituciones internacionales “sin que eso generara dependencia”, mientras que Laura Camila fue más tajante: “depender de otras formas de cooperación representa entregar nuestra libertad”.

Este tema dividió un poco las aguas. Algunos veían la cooperación externa como un apoyo inicial válido, otros como una posible trampa. Marcela comentó que le emocionaba “encontrar casos tan exitosos donde la financiación externa no puede ser determinante”.

En nuestro grupo compartimos una valoración esperanzadora del texto. Abordamos las dificultades que enfrentamos en el camino hacia el posicionamiento de las prácticas agroecológicas debido al obrar de las fuerzas que monopolizan el recurso financiero e impactan a territorios a todo nivel. Por lo tanto, apreciamos la experiencia del texto como una práctica de transición concreta que nos permite mediar entre el sistema en el que nos encontramos y el horizonte agroecológico que perseguimos 🌱
– Diana Lucía Penagos Zerda

Lo que más nos convenció

El elemento que más nos llamó la atención fue el tema de la confianza. Jéssica destacó que en ASPROINCA “fueron muy pocas las veces que necesitaron mediación judicial para los pagos”. Eso nos hizo reflexionar sobre cómo funciona realmente una comunidad cuando hay confianza de base.

A pesar de que intuitivamente se piense que estas estrategias no son posibles, el caso de ASPROINCA, me demostró la fuerza y el carácter sostenible que pueden desarrollar estas apuestas.
– Johann Shocker Restrepo Rubio

También nos gustó la integralidad del enfoque. No era solo prestar plata para semillas, sino que, como mencionó Jéssica, se preocupaban “también con el tema de la calidad de vida, de infraestructura de viviendas”. Las fincas como espacios integrales de vida, no solo de producción.

Elizabeth lo puso en términos más amplios: la agroecología como “un llamado a la austeridad y solidaridad, entender que solo no llegaré a ningún lado”.

Las conexiones que encontramos

Lo que más nos emocionó fue descubrir que no se trata de una experiencia aislada. Andrea destacó la importancia del “acompañamiento solidario y cooperativo”, y Daniela conectó esto con la economía social solidaria: “Las posibilidades de apalancamientos solidarios potencian los procesos de emancipación”.

Mayra desde Bolivia propuso que organizaciones como PROINPA o AGRUCO “revisen experiencias como la de ASPROINCA para diseñar pilotos” en zonas camélideras, sugiriendo que el modelo podría adaptarse a otros contextos.

Claudia lo resumió bien: “donde llega la agroecología obligatoriamente todo se transforma”, y efectivamente, esto no era solo un cambio en la forma de conseguir plata, sino en toda la dinámica comunitaria.

Lo que nos quedó pendiente

Algunos temas quedaron abiertos para seguir pensando. Jorge planteó que “a la agroecología le falta la pata de la micropolítica para empoderar al campesino”. Maria Antonieta mencionó la necesidad de “transmitir saberes financieros y económicos que sean comprensibles para la comunidad”.

También quedó la pregunta sobre cómo escalar estas experiencias sin perder su esencia comunitaria.

Conclusión

La conversación nos dejó con una sensación de que sí se puede. Como dijo Natalia: “Es posible construir otras formas de habitar el mundo”. ASPROINCA nos mostró que las comunidades organizadas pueden encontrar alternativas concretas a los sistemas que no les sirven.

No romantizamos la experiencia – sabemos que tiene sus dificultades y limitaciones – pero nos dio esperanza ver que la autogestión, la confianza y la organización comunitaria pueden generar resultados tangibles.

Al final, como reflexionó Isa, se trata de “la fuerza de la confianza comunitaria” y de “pensarnos un mundo diferente, un mundo por fuera de las ideas impuestas”. ASPROINCA nos demostró que eso no es solo una frase bonita, sino algo que se puede construir paso a paso, peso a peso, cosecha a cosecha.


Estas fueron nuestras reflexiones después de leer “La agroecología. Experiencias comunitarias para la Agricultura Familiar en Colombia. – Capítulo 8. Fondos autogestionados para la transición agroecológica: el caso de ASPROINCA, Riosucio, Caldas. (comps. Álvaro Acevedo-Osorio y Nathaly Jiménez-Reinales, 2019)


Después de las reflexiones compartimos todos los comentarios que hicimos con el profe Álvaro y recibimos este bonito mensaje:

He leído con mucha alegría los comentarios que ha suscitado la lectura del capítulo sobre FONDOS AUTOGESTIONADOS; me emociona profundamente saber de las reflexiones en torno a las posibilidades autónomas que genera el esfuerzo colectivo y cómo este es el camino más promisorio para la transición agroecológica. Es muy importante recordar que el poder del cambio está en las propias comunidades; que más allá de esperar políticas que promuevan, el cambio puede ocurrir ya mismo y en nuestro lugar de habitar, si nos unimos y trabajamos por el bien común. Me complace enormemente saber de su disciplina con las lecturas y reflexiones que adelantan. Con mucho cariño y admiración,

– Álvaro Acevedo Osorio

Co-compilador

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